Los antioxidantes son esenciales para nuestra salud Lo oímos una y otra vez. Pero, ¿qué hay exactamente detrás del término "antioxidantes" y por qué son tan esenciales para nuestro organismo?

¿Qué son los antioxidantes?

Los antioxidantes son moléculas presentes en muchos alimentos que ayudan a combatir los radicales libres dañinos del organismo. Tienen la capacidad de suprimir o bloquear la oxidación de otras moléculas.

¿Qué papel desempeñan los radicales libres?

El término "radicales libres" se utiliza a menudo en relación con los antioxidantes. Pero, ¿qué son exactamente? Los radicales libres son sustancias que se producen en el organismo tanto por influencias externas como por procesos internos como el metabolismo. Las fuentes externas conocidas de radicales libres son la luz solar, la actividad física intensa, el tabaco, la contaminación y el consumo de alcohol.

Provocan daños en el tejido celular y aceleran el proceso de envejecimiento de las células. También existe el riesgo de que dañen el ADN.

Con el tiempo, estos daños pueden provocar inflamaciones crónicas y diversas enfermedades, como cardiopatías, diabetes, cáncer y enfermedades neurodegenerativas.

No es posible evitar por completo la formación de radicales libres, ya que el organismo la regula automáticamente.

Antioxidantes: cómo combaten los radicales libres

Los antioxidantes desempeñan un papel crucial en la lucha contra los radicales libres neutralizándolos, lo que contribuye a proteger las células y mantener la salud.

Los antioxidantes neutralizan los radicales libres "sacrificando" uno o más electrones. Esto neutraliza el radical libre y previene daños mayores. Algunos antioxidantes pueden incluso reparar daños ya producidos.

¿De dónde procede el estrés oxidativo?

La explicación literal de la palabra antioxidante es "contra la oxidación". A su vez, oxidación significa "deshacerse".

El estrés oxidativo se produce cuando hay demasiados radicales libres y el organismo tiene dificultades para hacerles frente. Esto puede provocar problemas como inflamación, envejecimiento prematuro y diversas enfermedades, incluido el cáncer.

Los antioxidantes, producidos por el propio organismo o suministrados a través de la dieta, desempeñan un papel importante para contrarrestar estos procesos nocivos. Atrapan los radicales libres e impiden que dañen las células.

Diferentes tipos de antioxidantes

Existen distintos tipos de antioxidantes, como vitaminas, minerales, enzimas y sustancias vegetales (como los flavonoides). Entre los más comunes están vitaminas como la vitamina C (en cítricos, bayas, pimientos) y la vitamina E (en frutos secos, semillas, aceites vegetales), que se encuentran en frutas, verduras, frutos secos y semillas. Cada una tiene su propia función y puede actuar en distintas partes del cuerpo.

He aquí algunos ejemplos:

Vitaminas:

Vitamina C: Protege las células del estrés oxidativo, favorece la formación de colágeno y ayuda al sistema inmunitario.

  • Vitamina E: Actúa como antioxidante liposoluble y protege las membranas celulares de los radicales libres.

Minerales:

  • Selenio: Ayuda a producir selenoproteínas que favorecen la integridad celular y protegen contra el estrés oxidativo.

Compuestos vegetales:

  • Flavonoides: Poseen propiedades antiinflamatorias y antioxidantes (por ejemplo, en las manzanas)
  • Fenoles: Favorecen la salud cardiovascular (por ejemplo, en bayas y verduras)
  • Polifenoles: Protegen contra el daño celular (por ejemplo, OPC)

Signos comunes de deficiencia

Susceptibilidad frecuente a las enfermedades: Un sistema inmunitario debilitado puede indicar una carencia de antioxidantes. Los antioxidantes influyen en el sistema inmunitario y una carencia podría hacer al organismo más susceptible a las infecciones.

Fatiga rápida y baja energía: Los antioxidantes también intervienen en el metabolismo energético. Una deficiencia puede dar lugar a un metabolismo energético ineficaz, lo que puede provocar fatiga, desgana y falta general de energía.

Proceso de curación lento: Los antioxidantes contribuyen a la reparación de células y tejidos. Una carencia puede provocar un proceso de curación más lento tras una lesión o enfermedad.

Problemas cutáneos: Dado que los antioxidantes ayudan a proteger la piel de los radicales libres dañinos, una carencia puede provocar problemas cutáneos como envejecimiento prematuro, sequedad o irritación y acné.

Inflamación crónica: La falta de antioxidantes puede provocar un aumento de las respuestas inflamatorias en el organismo.

Suministro a través de la dieta

El organismo necesita antioxidantes tanto de producción propia (endógenos) como alimentarios (exógenos). Aunque el cuerpo puede producir sus propios antioxidantes, también depende de la ingesta de ciertos nutrientes, especialmente de aquellos que no produce por sí mismo, como las vitaminas C y E.

Por lo tanto, una dieta equilibrada y rica en nutrientes que incluya una variedad de alimentos antioxidantes es crucial para mantener la salud y prevenir enfermedades.

Estas valiosas sustancias se encuentran en abundancia en diversas frutas, hierbas y verduras. Especialmente en la coliflor, la lechuga, las cebollas, el brécol, la col rizada, las espinacas, las coles de Bruselas, la remolacha, los tomates y el maíz. Las hierbas y las especias también contribuyen significativamente a la absorción de antioxidantes.

La celebridad entre los antioxidantes: la vitamina C

Probablemente la vitamina antioxidante más conocida sea el ácido ascórbico, comúnmente conocido como vitamina C.

Es un antioxidante especialmente destacado por sus numerosas propiedades únicas. La vitamina C tiene la capacidad de donar electrones y neutralizar los radicales libres, contrarrestando así el daño celular.

También participa en la regeneración de otros antioxidantes, como la vitamina E. Una vez que estos antioxidantes han donado electrones, pueden ser regenerados por la vitamina C, lo que prolonga su eficacia.

La vitamina C también contribuye a la producción de colágeno, una proteína crucial para la salud de la piel, el tejido conjuntivo, los vasos sanguíneos y los huesos. Al favorecer de este modo la integridad estructural, la vitamina C contribuye a que el organismo sea más resistente a las influencias externas.

La capacidad de la vitamina C para absorber mejor el hierro de origen vegetal también la convierte en un nutriente importante para la hematopoyesis.

Conclusión

El estilo de vida actual, unido a la contaminación ambiental, puede provocar una mayor necesidad de antioxidantes. Sin embargo, no siempre es fácil cubrir esta necesidad sólo con la alimentación. En algunos casos, se recomienda la ingesta adicional de complementos alimenticios para proporcionar al organismo un apoyo completo.

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